Es lamentable la situación que enfrenta el líder cristiano Zaman Saheb en Irán. A pesar de haber sido liberado de la cárcel, se dio cuenta de que el indulto ofrecido por las autoridades no era completo. Aún le queda por cumplir la sentencia de azotes y el destierro.
Saheb había viajado a Teherán para legalizar la escritura de una propiedad que había sido utilizada para ayudarlo durante su tiempo en prisión. Sin embargo, al llegar, las autoridades le informaron que no había cumplido totalmente su condena.
Fue sometido a 50 latigazos y condenado a dos años de exilio en Nehbadan, una ciudad ubicada en el sureste de Teherán. Su esposa, Marjan, desconocía lo que estaba sucediendo y se encontraba afuera del edificio.
Saheb, quien es de origen musulmán y dirige una iglesia clandestina de cristianos, fue encontrado culpable de promover ideas contrarias al régimen. Ahora, ha sido trasladado a Nehbadan, cerca de la frontera con Afganistán, donde vivirá en exilio.
Mientras tanto, su esposa se encargará de la gestión de la tienda de alimentos que ambos inauguraron después de que él y sus dos hijas fueran liberados de prisión en febrero. Ahora, Marjan se prepara para separarse nuevamente de su esposo.
El pastor Yousef Nadarkhani, amigo y compañero de ministerio de Saheb, también fue arrestado y golpeado después de su liberación. Además, fue condenado a dos años de exilio en Nikshar, a una distancia de más de 720 km de Nehbadan.
Es triste y preocupante que los cristianos en Irán enfrenten juicios irregulares y sean objeto de persecución. Irán se encuentra entre los países donde es más difícil practicar el cristianismo, según la Lista de Vigilancia Mundial de Open Doors, que monitorea la persecución de los creyentes en todo el mundo.
La situación de Saheb y Nadarkhani pone de manifiesto los desafíos y peligros que enfrentan los cristianos en países dominados por la creencia islámica. Es importante estar al tanto de estas realidades y abogar por la libertad religiosa y los derechos humanos en todo el mundo.
