Las naciones BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han evolucionado desde un acrónimo inicial acuñado por Jim O’Neill de Goldman Sachs para describir las economías de más rápido crecimiento hasta convertirse en una plataforma para la cooperación intergubernamental. Su objetivo es posicionarse como representantes del Sur Global y proporcionar un modelo alternativo al G7, que consiste en las economías más avanzadas del mundo. Los países BRICS han establecido instituciones como el Nuevo Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reserva Contingente como alternativas al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional.
Si bien China ha experimentado un crecimiento económico extenso y sostenido, los otros estados miembros de BRICS han enfrentado estancamiento o tasas de crecimiento más lentas. El panorama geopolítico reciente, particularmente la guerra rusa en Ucrania, ha distanciado aún más a los países BRICS de Occidente. Se han abstenido de participar en las sanciones contra Rusia y han surgido divisiones diplomáticas entre Rusia y Occidente. A algunos formuladores de políticas les preocupa que los BRICS puedan tener una orientación más política, definidos por el nacionalismo autoritario, en lugar de un club económico que busca influir en el crecimiento y el desarrollo global.
Günther Maihold del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad sugiere que la alianza BRICS representa un mayor pensamiento soberano y autónomo en lugar de un contraataque directo a Occidente. Se considera que Sudáfrica, India y Brasil compiten por mejores términos en un mundo bipolar, mientras que China está utilizando la plataforma para avanzar en sus ambiciones políticas globales. Occidente se ha dado cuenta de este cambio y ha intentado contrarrestarlo. Por ejemplo, el G7 invitó a Sudáfrica e India a su cumbre en 2022 para evitar la percepción de estar en contra de los BRICS.
